
María Clementina Quezada García
Nació el 14 de noviembre de 1914 en Coatepeque, departamento de Santa Ana en el seno de una familia humilde, desde muy joven fue devota del Santísimo Sacramento, colaborando en la Hora Santa en su parroquia, ahí conoce a un Fraile Dominico quien la presenta ante sus superiores en el convento del Carmen en la ciudad de Santa Ana, quienes la promueven como vocación, presentándole a ella varias opciones de congregaciones de hermanas de vida religiosa para ver cuál carisma le llamaba más la atención, al final opta por vivir el carisma de las hermanas dominicas de la Anunciata, es así como en 1942 inicia su postulantado en Santa Tecla, en 1946 haces sus votos perpetuos los cuales profesa con el nombre de Sor Catalina Bernarda del niño Jesús, dos años después, en 1948 es enviada junto a hermana Celina y hermana Clarita a fundar la misión en Quezaltepeque, Monseñor Luis Chávez y González arzobispo de ese entonces les cede el antiguo convento franciscano que tenía tiempos de estar abandonado (Actual casa parroquial), ellas lo limpian y arreglan para vivir. En 1949 abren un pequeña escuela en el mismo convento dando así inicio a la obra de San Francisco Coll: “Iluminar las tinieblas de la ignorancia”, en 1950 cuando ya se encontraban en lo que ahora es conocido por todos como el “Colegio San José” es destinada a Rivas, Nicaragua donde se dedico a dar clases en el colegio Santo Domingo y a atender a los ancianos del Asilo, en 1961 regresa a Quezaltepeque pero ese mismo año le piden cuidar a una hermana enferma en el Colegio Fátima en Santa Tecla, en ese lapso de tiempo es pedida por las hermanas para que vaya a trabajar a Nicaragua, Costa Rica y Guatemala, pero no fue hasta 1965 cuando regresa a Rivas, Nicaragua para inaugurar un nuevo colegio mixto, se dedica nuevamente a la educación de niños y continua acompañando a los ancianos en el acilo.
En 1968 regresa a Quezaltepeque donde se dedica a la educación en el colegio, apoya a la parroquia dando catequesis de primera comunión y confirma, cuenta que los días domingos después de hacer sus oraciones y de compartir la misa con las hermanas de la congregación salía a visitar a los enfermos para llevarles la comunión iniciando desde la Cruz del Perdón cerca de la colonia las palmas caminaba hasta las San Judas, luego se iba hacia la colonia las Torres, después hasta las brisas y por ultimo visitaba a los enfermos que vivian cerca del turicentro la toma.
Por mandato de la congregación es dado el cargo de sacristana de la capilla del colegio San José donde Monseñor Romero le otorga el privilegio de poder impartir la comunión mientras fungió como parroquia provisional de la ciudad, ella también se encargo de evangelizar a través de la música, formando coros, acompañando con el órgano en las eucaristías y enseñando a algunos estudiantes el arte de tocar la marimba con su recordada “Alma Morena” que deleitó en muchas ocasiones a los padres de familia de la institución.
Actualmente a su edad incansablemente se ha dedicado a sus labores pastorales hablándoles a los niños de la vida de Jesús en las visitas al Santísimo y sobre todo siempre la encontraremos con su rosario en la mano como hija de la Orden de Santo Domingo orando por todas las intenciones de las personas que se acercan a ellas. Gracias Madre Bernarda por dedicar tantos años de servicio a la construcción del reino.